Soy de los que piensan que visitar un museo sin guía que te explique el contexto histórico, pictórico y social en el que el artista desarrolló su obra es casi inconcebible. Me gusta saber, soy curiosa y me parece que la información puede ayudarlo a uno a valorar lo que tiene enfrente. Sobre todo cuando no se tienen grandes conocimientos de pintura.
Sin embargo en algunas ocaciones, decido simplemente disfrutar de las imágenes que las paredes proyectan y perderme en el gusto de la pintura, solo por placer. Conectarme caprichosamente con lo que a mí esa pintura me transmite, imaginarme el escenario y hasta darle vida y movimiento a la obra.
Y eso me sucedió cada vez que tuve enfrente un Van Gogh. Quizás porque el arte de Vincent es muy inspirador y lo invita a uno a conectarse más con lo que siente que con lo que piensa.
Creo que lo que define a un artista es su estilo propio. Puede o no gustarte su pintura, pero si al ver un cuadro reconocés su autor sin tener que leer o escuchar nada, eso ya es suficiente.Y quizás esas pinceladas, esos colores, instrumentos de Van Gogh, son su sello personal. Es lo que hace que uno lo distinga aún sin haber visto esa pintura nunca antes en la vida. Algunos pueden llamarlo técnica, otros incluso han concluido que era daltónico o que tenía la vista atrofiada. Para mí era desborde de libertad. Pintar el mundo como él lo interpretaba, con su sello propio, con una visión única que emergía de su mente y su alma.
Vincent me gusta porque era apasionado, desbordante, genio. Y de sus pinturas las que más me gustan son las que pintó con alma de niño. Quizás por la altura de su vuelo y su fantasía. Quizás por la libertad de seguir su antojo y no detenerse en estudiar las luces y sombras como muchos de sus contemporáneos.
Muchas de sus obras me maravillan. Es difícil elegir una entre tantas, pero puedo decir que esta es mi preferida. Para deleite del que quiera bailar con las estrellas del cielo de Vincent Van Gogh.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
jueves, 18 de septiembre de 2008
Entre Vasos Secos
El pincel seco y abandonado gime en su rincón.
Extraña los tiempos donde bailaba en colores.
A él también le duele el orugueo, no soporta esta falsa paz.
Se pregunta las razones, confundido entre los vasos secos.
Y añora la música y las imágenes desordenadas.
Quiere volar de nuevo, quiere metamorfosear.
Extraña los tiempos donde bailaba en colores.
A él también le duele el orugueo, no soporta esta falsa paz.
Se pregunta las razones, confundido entre los vasos secos.
Y añora la música y las imágenes desordenadas.
Quiere volar de nuevo, quiere metamorfosear.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
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