Estaba esperando ese instante, en el que se prende la luz y todas las imágenes mentales se desvanecen casi por completo, incluso de nuestra memoria. Tanto que no podemos recordar ni siquiera una idea general de lo que estábamos soñando.
En algún momento tanta belleza, tanta eternidad, tenían que desaparecer de esta retina. Y entonces sí, podría haber dicho: He vuelto.
Sin embargo, como sucede a veces en estos juegos oníricos que nos presenta la realidad,
un sueño se engancha con otro, que también es hermoso, profundo y libre. Y hace que uno, en verdad nunca despierte y tenga la certeza de que en vez de caminar, simplemente vuela.
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2 comentarios:
Yo el otro día soñé algo de Igor Starkovsky, y también había un bicho marino rarísimo que viajaba kilómetros para reproducirse y morir. Y antes de eso una tal Bocot contaba que había salido con un pibe muy idiota. Soñé todo eso y después me desperté... No, perdón, después me acosté.
Pero si, en fin.
Te entiendo.
Vaya que te entiendo.
Claro eso es lo extraordinario,no saber si en el fondo uno se esta acostando o se está despertando.
Y eso que se olvidó de mencionar a dos rubias taradas que merecían ahogarse en las aguas de Hong Kong... ¿porque nos perseguirán esas dos?
En fin, yo sé que usted siempre me entiende... y más cuando soñamos lo mismo..
Gracias por su aporte.
Ósculos
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