En alguna de tus mil quinientas pestañas,
en este tempestuoso mar negro,
en esa fiesta de infinitos movimientos.
En la intimidad de tu pupila.
Cerca de ese brillo que es mi lumbre,
envuelta en las imágenes que guarda tu retina.
Escondida en los pliegues que se dibujan en tu piel.
Justo ahí, en ese lugar, quiero quedarme.
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1 comentario:
Si el placer del primer retinazo duró 6 años, imaginate esta cotideaneidad sin costumbres. La intensidad de los lugares que se vuelven sensaciones, y las miradas que se hacen lugares, y los hábitos de uno para la novelería del otro. Yo todavía no sé cómo explicarme que todo el deseo se hizo realidad, y el otoño primavera, el brazo almohada, y el instante eternidad.
Ponete cómoda. Quedate.
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