Como la del lucero cuando empieza a caer la tarde
O la de la luciérnaga perdida en la inmensidad de la noche.
La de una pequeña vela al pie de una escalera retorcida en escalones.
La que escapaba del baño en las temerosas noches de la infancia.
¡Ah…el poder que las pequeñas luces tienen en la vida!
Para afrontarla, saborearla, vivirla o simplemente transitarla.
Por más insignificantes que parezcan, tan minúsculas y cotidianas
son precisas, necesarias casi tanto como la inmensa luz del sol.
Por eso yo creo en esa lucecita de tu mirada.
Sé que esa pequeñez es la medida de tu fuerza.
Ese brillo es signo de vida, de lucha. Es tu cura.
Que las tinieblas no te venzan, este es mi deseo.
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1 comentario:
Fuerza Carito. Cuando el deseo es de más de uno, empieza a parecerse a la esperanza.
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