El rumor de los árboles lo pronostica
y el bosque entero ansioso, expectante, alerta sus sentidos.
Se siente su aleteo, que comienza a romper la crisálida
y su gemido profundo, pero débil aún, se escurre entre las hojas.
Y de pronto, ante la vista de todos, sale a luz.
Estira sus largas alas, como desperezándose y mira de cara al sol.
A ella también le sorprende el mundo que la rodea, es tan grande…
Sabe que la circundan numerosos peligros y por eso decide escapar.
Abre su pollera, que hoy es azul y verde, y comienza el ritual.
Casi sin saber cómo, está cada vez más lejos y una brisa fresca le acaricia el rostro.
El primer vuelo, luego de la metamorfosis, siempre es mágico.
Quizás como todas las primeras cosas lo son.
Se siente libre, poderosa, inalcanzable, hermosa.
Le parece que el mundo es tan pequeño desde el cielo.
Pobre ingenua mariposa ¡Si supiera cuántos insectos son capaces de devorarla!
¡Cuántos hombres la quisieran en sus manos para ostentarla en su colección!
Peor aún, no conoce su destino. A pesar de sobrevivir a estos enemigos,
en algunas horas, la muerte la encontrará reposando a la sombra de una hoja.
Sin embargo, aquel primer vuelo, aquel orgasmo animal
es razón suficiente para haber vivido tan solo tres días.
Los capullos de seda, son ahora su eterno trofeo.
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